Gracias a todos los paisanos que, alrededor de la bolita del mundo, se acordaron que se celebraba el Día del Abogado, y estuvieron enviando constantes felicitaciones…

Y quiero que mi agradecimiento sea, al mismo tiempo, un homenaje a todos los compañeros que hacen lo humanamente posible por ejercer su profesión de forma digna en aquel país donde Themis es ya el triste remedo de una meretriz pompeyana, cerviz uncida al yugo del triste carromato de la ignorancia vulgar y la grosera ostentación, defendiendo a la niña violada que tanto pretendieron imponernos, Magna Charta Libertatum, y oponiéndose a sus hijas ilegítimas, las maromas jurídicas del régimen reconocidas en leyes.

Es día, pues, de recordar que nuestra humilde profesión requiere de la aplicación estricta de aquellos tres latinajos que nos dejara Domicio Ulpiano, aquello del honeste vivere, alterum non laedere y el suum quique tribuere. O para recortarlo, aquello de que la Justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a cada quien lo suyo.

Amigos, bonne chance!