Hoy, estimados, me confieso cansado. Mucho. Como un simple abogado hispano venezolano, como demócrata cristiano, he venido denunciando la situación de Venezuela a cuanto quisque me cruzo. Y a los políticos españoles que han tenido a bien recibirme, a los cuales agradezco profundamente su tiempo y, por qué no decirlo, franqueza.

Pero es que el cansancio viene por las cosas que voy recogiendo en el camino, las historias que me dejan las personas con las que comparto penurias e interrogantes. Y es que algún duendecillo maligno dijo en algún momento “¡váyanse para España que allá dan asilo!”, y venga, casi CUATRO MIL solicitantes de asilo de la noche a la mañana. Y mi postura al respecto SIEMPRE ha sido clara. Pruebas del miedo. Pruebas del agente perseguidor.

Pero es que lo que aún cansa más, es que haya personajillos que se dediquen a recomendar esa vía como válida. Y los que es peor aún, apparatchiks, sigüís que buscan cargo y vida en nuestra comunidad, se asocien con algunos que, de forma inescrupulosa, y previo el pago de fuertes sumas, dicen solicitar “asilos” ante las autoridades españolas.

Y, más que honrosa excepción, los compañeros de Cruz Roja y Cáritas, que le leen la cartilla a los paisanos que por allí se asoman. Son unos verdugos. Saben extranjería por un tubo. Y prestan su mejor consejo.

Vamos a estar claros. Mi mensaje, nuestro mensaje, alto y claro, es que Venezuela vive una crisis humanitaria, ligada a un conflicto de baja intensidad (y esto solo porque no hay dos partes haciendo pum pum). Así que la comunidad internacional reconoce, en su mayoría y por lo bajini, que el régimen es un estado forajido, y eso es lo que hemos venido haciendo los que emigramos, en mayor o menor grado. Pero hasta allí se mojan.

Porque de declaratorias expresas, nada.

Y es que, ñosss, hay algo que la Comisión Interministerial de Asilo y Refugio aún no entiende, que está denegando las solicitudes de asilo presentadas por los venezolanos a tutiplén, por un tubo, decisiones cortadas todas por un mismo patrón, de copy&paste, que ya he sabido de seis en las últimas semanas.

Seguiremos denunciando. Seguiremos demandando, interponiendo los recurso que la Ley acuerda a nuestros clientes. Que ya lograremos las sentencias. Pero la pelea es larga, muy larga.

 

Y mientras tanto, hay una lista de gente que tiene que cerrar la bocota. No hablar de lo que no saben, no recomendar a los paisanos un camino que no es, que de la misa no se saben ni la mitad.

O lo que es peor, desviarlos a un fulano de tal que los va a desplumar y no les va a solucionar nada. Pero es que es que quiera tirarse por ese barranco, pues libre es.

 

Una vez más, repito las claves para el asilo. Es un problema de pruebas. El porqué del miedo a regresar al país de origen. El señalamiento específico del agente persecutor. Los sufrimientos más allá de la situación país.

 

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José Antonio Carrero Araujo es un abogado hispanovenezolano, inscrito como ejerciente en los Ilustres Colegios de Abogados de Santa Cruz de Tenerife (Nº 5189) y de Caracas (Nº 21071).